SANTÍSIMO CRISTO DE LA HUMILDAD

En el Cristo de la Humildad, Buiza ha creado un modelo de apostura, cuyo gesto abatido y la forzada disposición de los brazos y manos, estas últimas atadas y cruzadas delante del vientre, no consiguen mermar ni un ápice la heroica majestuosidad que prevalece en la planta de toda la figura. En el torso combina una anatomía atlética para los brazos y una complexión fornida y más realista para el pecho, donde los músculos pectorales se hallan relajados y con cierta flacidez. Tan acertada interpretación del desnudo, se complementa con el tratamiento realista que reciben las manos y los pies, en donde se destacan huesos, venas, tendones sin necesidad de recurrir a crispaciones y distorsiones antinaturales.

Idéntica compostura revela la configuración de la hermosísima cabeza. La profunda amargura y tristeza interiores se percibe en los ojos entornados, escasamente abombados, ceño quebrado y encogido, y el gesto desfallecido y cohibido que parecen musitar unos labios bien dibujados y poco salientes. La nariz, algo aguileña, actúa de eje de simetría en un rostro pródigo de efectos claroscuristas, a raíz del contraste volumétrico entablado entre los pómulos prominentes, las mejillas deprimidas y el escaso hundimiento de las fosas orbitales.

En la talla de la barba y el bigote, tiende hacia un virtuosismo técnico impecable. Los mechones, muy espesos y surcados de estrías, se rizan por las puntas con profusión de formas espirales que alabean el contorno inferior de la faz. Los cabellos de la barba fluyen de una perilla lanceolada que nace en el mismo borde del labio.

Francisco Buiza Fernández murió en el momento en el que la escultura se hallaba finalizada de talla. Su discípulo Francisco Berlanga de Avila se encargó de policromarla a partir de entonaciones claras que subrayan la correcta distribución, cromática de las heridas y contusiones, alcanzando un hondo verismo en la interpretaciónde la espalda flagelada y las magulladuras del rostro. Las trágicas circunstancias que reúnen en el Cristo dela Humildad la obra póstuma de un artista consagrado y la primera oportunidad de un artista novel, se constatan en la inscripción grabada en el perizoma: “Francisco Buiza, 1982. Francisco Berlanga, 1983”.

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